THE SECRET MACHINES
TEN SILVER DROPS
Un gran disco que no le gana al primero, Now Here Is Nowhere (2004), porque los dos son igual de buenos, aunque éste es más accesible. Ten Silver Drops es una colección de ocho perlas que atrapan los grandes elementos del progresivo y los embarran con algunas reminiscencias del krautrock, aplicándole mucha energía y letras que hablan de amor, pero contemplando el lado gacho de las relaciones. Las rolas están llenas de esa inspiración que llega de un buen viaje improvisando, ninguna dura menos de cuatro minutos y “Daddy’s In The Doldrums” (que dura más de ocho) es la descripción perfecta del sonido de The Secret Machines: se avientan guitarras medio Pink Floyd con un teclado a la Neu! detrás, mientras que Josh Garza se hipnotiza a sí mismo tocando la batería, que no es rápida ni estruendosa, pero sí bien clavada; el único problema es el final en fade out. Música que se oye madura desde el principio, como una máquina bien engrasada que camina incansable pero no le importa su destino. Pueden llegar a ser una gran banda, pero ojalá nunca lo logren; su música es para ambientes íntimos y un tanto tormentosos.



THE BLACK KEYS
CHULAHOMAFAT
POSSUM RECORDS
Un GRAN homenaje a una de esas oscuras figuras bluseras (Junior Kimbrough). Quienes gusten de la parte más blues de Led Zeppelin o hasta de los White Stripes pero sin la voz chillona, este disco es una de esas adquisiciones de cajón. El dúo supo obtener esa atmósfera pantanosa, calurosa y cruda de ese blues al que no le importa nada: si lo tocan en el radio, si hay huracanes, si hay guerras o las tendencias que dicte la moda en turno. Gran pretexto para conocer la agitada vida de Kimbrough (30 hijos dejó) y por que gente de U2 y los Rolling Stones iban a su changarro a verlo tocar. Sólo guitarra, batería y voz que se ponen rudas y de repente dejan escapar algo tan sutil y lleno de feeling como “Meet Me In The City”, rola en verdad de lágrimas. Reverb, cadencia pachecota, pérdida, tradición y para nuestra desgracia: sólo seis tracks. Cuando comienza el final (“My Mind Is Ramblin”) sabes que lo has escuchado en alguna parte. Corrección: lo has escuchado en todas partes. Es blues. Ahí inició todo. Genial.


THE RACONTEURSBROKEN
BOY SOLDIERS
XL
Nunca antes algo tan poco innovador había sonado tan bien. El disco es un auténtico revival del sonido que lograran las guitarras de los 60’s y 70’s; diez tracks grabados análogamente, con las letras inspiradas de un Jack White libre, sin las ataduras con las que acostumbraba trabajar, además de los riffs macizos de Brendan Benson, que se atreve a sonar más machín, alejándose de su pop cuidadosamente manufacturado. Son historias rápidas de diferentes ambientes; “Steady As She Goes” abre con un sonido integral y representativo, pero “Broken Boy Soldier” es la rola más energética, y de haber sido grabada en los años a los que suena, hoy sería un clásico. “Together” es una balada que transporta a la melancolía de un bar trailero y “Level” es un hard rock pausado con riffs guitarreros apreciables que ningún otro músico contemporáneo podría arrancarle al pasado. “Yellow Sun” es una canción alegre de un grupo de amigos viajando por una carretera de Tenessee, y “Blue Veins” cierra magistralmente el disco con un dolido blues de genial ejecución. Aun así, Broken Boy Soldiers no puede considerarse un disco para rucos o totalmente anacrónico, la banda hace que el sonido sea actual y disfrutable por cualquier generación.



DEF LEPPARD YEAH!
UNIVERSAL
Qué complicado es calificar el disco de una banda a la que el toque se le diluyó entre las manos hace ya muchos años pero que sabes que en el fondo son buenos, y más aún si fuiste fan de sus primeros tres discos. Ahora, por fortuna, las rolas no son de ellos; son éxitos de Badfinger (“No Matter What”), T. Rex (“20th Century Boy”), Electric Light Orchestra (“10538 Overture”), y Thin Lizzy (“Don’t Believe a Word”), entre otras bandas de aquellas épocas de pelos con gel y pantalones pegados. Lo mejor del caso es que parece ser el mejor disco después de Hysteria, y lo más triste es que no son sus rolas. La selección es muy cómoda, porque cada una, por más que la toques mal, es una gran rola; lo bueno es que estos ingleses supieron darle su ya característico sonido.